Es india,
bronceada.
No me hacen falta
azules, ni nieves.
Lleva en sus oscuros
ojos
el secreto que me
deja sin aliento
Y mira con esa
armonía de color,
largos de onda de miel y bronce.
Es trigueña,
no sabe estar
triste
y cuando se ríe
me contagia como
un virus
y poco a poco se
incuba,
hasta que me
infecta y caigo
no necesita tener
de oro el pelo,
no necesita
tenerlo en fuego
no tiene que cubrirse la piel en pintas rojas
no tiene que cubrirse la piel en pintas rojas
porque lleva la
noche en la cabeza,
y cada cana es el
rabo de una estrella fugaz
cuando me mira,
con esos ojos acaramelados
me atraviesa,
como una
radiografía, me ve,
y ve a través de
mi
sabe
descomponerme,
sabe
reconstruirme
sabe exactamente
lo que hacer para provocarme
sabe sanar el
cuerpo y los recuerdos
y a veces se
adelanta para sanar futuro
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