el viento es un
amante muy insistente
no entiende que
muchas veces no quiero
que me acaricie
entra por las ventanas
con violencia intermitente
jode con la cortina
para que me roce
el viento es un duende
travieso e imprudente
cuando yo cierro
él abre
cuando yo quiero oscuro
él me quiere brillante
yo trato de decirle
a mi manera que
no estoy para sus juegos
pero no me entiende,
no se somete a mis castigos
a mi exilio y mi cerrar de ventanas
el viento es
atrevido y cleptómano
va por las casas al mediodía
y arrebata los olores
de la cocina,
algunos me distraen justo
en el momento que tengo
que volverme científico
y vuelve la cortina
consorte sangrigorda
de este viento hijo de puta
el viento no respeta mis tristezas
ni mis depresiones inexplicables
arrebata mis artículos
y los eleva por la sala,
y yo molesto tengo
que volver a ponerlos en orden
y llega un punto en el que quisiera
no respirarle, meterme bajo el agua
porque tal vez las corrientes
sean menos traviesas
el viento es un ligón
y un pervertido
yo en la bañera
y él escudriñándome,
y aunque sabe que
no me gusta que me ligue,
se atreve y me toca
el viento conoce
la patología de mi enfermedad
tal vez por eso es tan imprudente
Un cosmoespacio, en la astropista, lleno de grafiti sideral.
Copyright (c) Pedro J. Rivera Torres.
Todos los derechos reservados/All rights reserved, 2021.
www.pedrojuanrivera.com
miércoles, 30 de enero de 2013
santuario
en mi santuario
está el incienso,
las velas,
y el ruido del viento
a veces pasa la luz,
y yo trato de cubrirla
con la cortina,
pero el viento la deja pasar
el silencio de mi barrio
y sus olores,
la voz que cuando tomo
un libro me lee
están la guitarra y el charango,
el bajo y la computadora,
la mezcladora y los libros
que sirven para crear
en mi santuario están mis libretas
y el abanico que a veces
me desespera
y no me deja concentrarme
el cemento aún frío,
cenizas en el suelo,
carne descongelándose,
ideas que a veces gritan
salgo corriendo a parirlas
antes de que lleguen los huracanes,
antes de que deje de ser
un altar de mis locuras
ocasionalmente me atacan canciones,
y poemas se me instalan en las neuronas,
y exigen que inmediatamente
deje de "ser productivo"
en mi santuario están
mis depresiones,
mis lágrimas, todos mis silencios
de negra y redonda
algunas veces me tiro al suelo
estiro las piernas,
oigo música de guitarra,
o me pongo patas arriba
a veces cierro los ojos,
y respiro el olor a vainilla y humo,
pero casi siempre,
salgo corriendo al sol para no acostumbrarme
está el incienso,
las velas,
y el ruido del viento
a veces pasa la luz,
y yo trato de cubrirla
con la cortina,
pero el viento la deja pasar
el silencio de mi barrio
y sus olores,
la voz que cuando tomo
un libro me lee
están la guitarra y el charango,
el bajo y la computadora,
la mezcladora y los libros
que sirven para crear
en mi santuario están mis libretas
y el abanico que a veces
me desespera
y no me deja concentrarme
el cemento aún frío,
cenizas en el suelo,
carne descongelándose,
ideas que a veces gritan
salgo corriendo a parirlas
antes de que lleguen los huracanes,
antes de que deje de ser
un altar de mis locuras
ocasionalmente me atacan canciones,
y poemas se me instalan en las neuronas,
y exigen que inmediatamente
deje de "ser productivo"
en mi santuario están
mis depresiones,
mis lágrimas, todos mis silencios
de negra y redonda
algunas veces me tiro al suelo
estiro las piernas,
oigo música de guitarra,
o me pongo patas arriba
a veces cierro los ojos,
y respiro el olor a vainilla y humo,
pero casi siempre,
salgo corriendo al sol para no acostumbrarme
Suscribirse a:
Entradas (Atom)