domingo, 28 de marzo de 2010

en la espera

Sigo esperando cosas que no llegan,

momentos que no existen y que añoro

tiempos que no serán documentados


converso conmigo mismo,

escribo lo que siento

lo expongo y espero


y se pasan las horas esperando las reacciones

pues aunque estoy seguro que soy leído

y sentido, no recibo respuesta


camino, lavo ropa,

como, riego las plantas,

me siento y espero


vivo de los recuerdos de un verano,

de los momentos que no fueron documentados

y espero cosas que no llegarán

A girl like you

I want a girl like you

with an undefined ethnicity,

a tall and proud woman

who can sing her way into my world


a woman who can split atoms,

discover new infinites,

a woman who can teach me

the secrets of science


someone who can follow me

when I get arrested for dissenting,

from revolting, who can in solidarity

be a sister, and a companion


a creator, an experimenter,

a singer, someone who can calm

a crowd with the mellow tones

of her alto voice


a head adorned with silver,

signs of knowledge and wisdom,

a voice that can calm the revolt

that lives in my head


a fountain of life,

the brewmaster of a concoction

that blends the best of me

and the magic of you


a caregiver that never rests,

the one who is not intimidated

by my wounds, my pain,

or my incapacities


someone who does not own me,

who cares for my independence,

my thought, my feeling,

who sets me free and waits


I want a girl like you

or maybe I should say

I want to find myself in your arms

the day I die

jueves, 25 de marzo de 2010

Hombre que (d)escribe a una mujer

Sabes, a veces recuerdo tus ojos entre las cosas que perdí con un trauma, entre las ecuaciones diferenciales y las pruebas estadísticas, entre los algoritmos y las recetas. Como almendras que enjaulan una aceituna rellena de noche, que se mueve de lado a lado mientras sueñas.

Sabes, a veces tu piel es tan diversa como el mediterráneo, y puedo leer tus poros que se elevan de derecha a izquierda en trazos largos que se marcan con puntos. Venus del medio oriente y del caribe, dicotomía mística de pasado e incertidumbre.

Sabes, a veces tu pelo es cada cuerda de un instrumento hecho de tu voz que perdí en el tiempo, hecho de un cedro oloroso, y quisiera sus notas en mi oído, o tal vez acariciar esas cuerdas y tocar una canción de esas que pocos escuchan.

Sabes, a veces tu nombre es una ciudad yucatana, la claridad, el misterio de un dios, o un aire del País Vasco.

Sabes, a veces quisiera que la curiosidad de llevara a cruzar la línea que divide los horarios, y que aunque fuera por unas horas dejaras que mis manos exploraran tus límites, se integren con tu piel en una infinitesimal suma de deseos, que tal vez nos encontraramos a mitad del camino para dejar de ser recuerdos y misterios, y que tengas un secreto conmigo que no puedas contar a nadie más.

domingo, 21 de marzo de 2010

Tiempo para sonreír

el mundo no deja de girar

y las manos de tocar

y mis ojos de mirar


la lluvia con fuerza en el cristal

y yo salgo hasta el portal

por que me quiero mojar


y aunque tú no estés aquí

tengo mucho que sentir

hago tiempo para sonreír

y no paro de vivir


hago una astronave de una flor

con el viento cual motor

voy navegando el color


de la primavera que llegó

y en las manos me dejó

la letra de esta canción


y aunque el cielo se olvidó de mi

¿para que echarme a morir?

hago tiempo para sonreir

y no paro de vivir

miércoles, 17 de marzo de 2010

La pequeñez del microcosmos.

Yo crecí en un otro barrio como cualquiera del caribe, en donde el tiempo pasa lento, más lento que en otros lugares, porque el calor detiene hasta lo que nunca cesa. En éste microcosmos lleno de hambre, cenizas y dolores, nada pasa desapercibido. No es que fuéramos oprimidos, es que nunca tuvimos oportunidad. No es que fuéramos esclavos y nos marcaran, es que la marca la traíamos con el nacimiento, y la llevaríamos en promedio unos treinta años más.


Era tan lento el pasar del tiempo, que hasta la moral parecía un rayo de luz doblado ante la fuerza gravitacional de otro cuerpo mayor, la indiferencia. Y el incesto se convirtió en práctica común entre los borrachos, el maltrato entre los que con su edad oprimen, el olvido entre los poderosos, la indolencia en la iglesia, y la ignorancia, el mayor de los pecados, nos arropó a todos como sábana en la noche.


Yo tal vez sobreviví el ciclo de ignorancia por la numerosidad de la prole de mis padres, pero muchos de aquellos que llevan mi propia sangre no se salvaron. Gané la confianza de mi padre, y tal vez su amor, y un día le pedí cruzar la línea viva de agua que dividía mi pequeño planeta de polvo y yerbajos. Aunque le dolió, comprendió que no estaba hecho para pequeñeces, y que sería mejor dejarme hacerlo. En el otro mundo era la guerra, y yo sin saber lo que era corrí, me enlisté y aprendí a mentir. A los otros se los consumió aquel universo, pues no había otra escapatoria que laborar, parir, tomar y morir. Y la más pequeña de las hembras se quedó, como un jamón serrano que cuelga en el colmado, para cuidar a mis padres cuando ya les llegara la hora. Ella, sin questionar palabra alguna, vio como el tiempo pintaba canas en su largo pelo negro, venas en sus tristes y flacas piernas, arrugas en su piel curtida por el viento y quemada por el sol. Y aquellos dedos que tejieron la vestimenta que llevé justo después de llegar a este mundo, se llenaron de espinas de los cardos, de bolsas dolorosas por lavar a mano, de quemaduras por cocinar en leña.


El mundo no era un lugar tan maravilloso, pero el universo del más allá del barrio, después de pasar el monte, cruzar el río y luego los campos donde pastaban las vacas, era una fantasía de domingo. Nuestra nave era una carreta de bueyes de arar, nuestros trajes de cosmonautas la mejor gala que se repetía cada mes. Nuestro microuniverso, un barrio en donde todos eran Pérez, Torres o Rodríguez. Teníamos nuestro propio correo hecho de niños mensajeros, nuestro propio parque de entretenimiento en un monte lleno de hierbas, y los banquetes consistían de viandas, cenizas y agua del río. Un microuniverso no tan plano, pero sumamente estático. Los días en los que se mataba una gallina eran días de festín para diecinueve bocas hambrientas, y serían festines siempre que no llegara visita.


No existían los signos zodiacales, y los partos se medían en base a los eventos cotidianos. Mi madre, que no sabía escribir pero aprendió a leer, se recostaba en la hamaca a ver pasar la tarde, con una novela de amor entre las manos, que leía una y otra vez hasta la náusea. Mi padre llegaba del trabajo de doce horas cansado y hediondo, borracho y ensangrentado a veces.


Yo crecí en un barrio como cualquier otro. Afortunadamente descubrí que era sólo eso, y que el mundo es una esfera.

frente al mar

Frente al mar,
el muelle y yo
extrañamos,

y la luna
se solidariza
con tu ausencia. 

Las estrellas se fueron
todas a tus hombros; 

tal vez vuelvas un día
para devolvérselas al cielo.

sábado, 13 de marzo de 2010

La canción del psycho incomprendido

y después de tanto tiempo
de quererte cortejar
de besar hasta los pasos
que vas dejando atrás

y después de haber limpiado
las alfombras de tu carro
me mandas a la mierda
y me arrojas al barro


debe ser porque algo tonto
olvidé y ahora me castigas…
yo no sé por que mi amor
ahora te vas y me olvidas


después de tanto poema
y canción que te he escrito
te alejas de mi vera
echando mil gritos

llamas al guardia de seguridad
de tu condominio
le dices que no me deje entrar
que es un martirio


pero yo soy insistente
y para entrar, me visto de uniforme
de la compañía de cable
pues con tu respuesta no quedé conforme


Te sigo hasta el trabajo con ramo de flores
me escupes en la cara y dices ¡Dios, como jodes!
No me queda otro remedio que esperarte aquí en tu balcón


Un vecino dice que te ha visto
ya salir con otro
y en mi cabeza solo veo
dos mil huesos rotos

Lo sigo hasta su casa
y lo amenazo de muerte
que si te lo sigue metiendo
cambiará su suerte


y yo triste en mi computadora
busco la página de red
dónde por satélite sigo tu carro
con el alma hecha pedazos y con sed


Tanto extraño ya tu olor
y tu perfume que quiero
que tendré que robarme otro panty
de tu tendedero…

O tal vez pegarme un tiro por tu amor
cantando esta canción
(por la orden de protección)

jueves, 11 de marzo de 2010

cuando llegue

habrá silencios
sobre tu pentagrama
cuando llegue

serán suspiros
de corchea y fusa
sobre tu pecho

habrá un aliento
como una uva en tu boca
cuando llegue

será el mío,
alimentando tu deseo,
paseándose sobre tus labios

habrá una llave
en el cerrojo
cuando llegue

abrirá las puertas
de tu cuerpo al mío
en una danza

habrá una fuente,
llena de agua
cuando llegue

la de la savia de tu cuerpo,
que calmará mi sed
pero no mi deseo

te besaré los ojos
abrazado entre sombras
cuando llegue

tú serás la tierra
y yo el conquistador
de tus lindes

habrá una invitación
sobre las sábanas
cuando llegue

al hades del deseo
y cuando llegue moriremos
para renacer

martes, 9 de marzo de 2010

tasación

Y aquí estoy, pensando que carajo hago metido en tu carro. Te bajas a comprar las cervezas que se convertirán en la excusa para acabar en la cama y justificar los actos al día siguiente. Y quién sabe, tal vez esto me lo busco yo mismo, por que sé que llegas con tu aura de poetisa, con tus palabras de domingo, tu teoría de la liberación atea que me convierte al prostituísmo de tus piernas, el nuevo templo en el que me sacrificaré como un cordero.

Mientras espero, me pregunto por qué tenemos que hacer todo este acto ensayado y fútil, aunque para ti parezca importante y necesario. Iremos por el largo y oscuro camino que cuando hay sol está lleno de bambúas, monte y curvas. Me hablarás de música y de política, de tu prontamente ex marido y su afición a las armas de fuego, de como te sentías cuando se iba y tú sabías que estaba con otra, de tus escapes, juegos, y visitas a otras camas.

Y yo sólo te escucho. Me siento en tu mesa aquí en esta casa que sé volveré a visitar para cometer el mismo sexicidio, por que no me gusta colgar la toalla de la primera pelea. En esta casa que habitaré luego en un futuro no tan lejano de este presente pronto a ser pasado. Te escucho, miro esos ojos de color incierto, hago una tasación de tu cuerpo a ojo, y a ojo recorro tu cuello sembrado de lunares, tu cara que sin maquillaje muestra ojeras profundas y manchas oscuras, tu pelo teñido de mi color predilecto, tu pecho y tus tetas pequeñas que no me gustan, tu cuerpo pequeño pero de hermosas figuras, tus nalgas, que habré de poner entre mis dedos en unas horas. Tasando sumo los pros y los contras, la localización, los alrededores, las otras ofertas de sexo y cena, tu propiedad y tus talentos, la hora, las consecuencias, los riesgos. Y al final, el retorno te beneficia, y me quedo escuchando.

Bajas la luz, cambias la música a una muy sensual, un jazz de esos de elevador, como si fueras un animal que busca distraer a su presa. La conversación ahora es de nosotros, nuestros fallos, los errores, la costumbre y el compañerismo. Miro el reloj. Hago el análisis necesario. Declaro en voz baja a tus oídos esta frase: “me voy, o me violas”. Acaban los rituales. Rumbo a ese cuarto en donde se escribirá la precuela de una (no)vela de dos capítulos, me doy cuenta de que eres sólo una marca en una lista del pasado.