hay una mujer que me habla
con letras de marcas diacríticas,
que me da holas y otros saludos
en su lengua que se transforma
sé de su acento artificial
aunque sé que cuando me habla
quisiera hacerlo de la forma
en que le enseñaron de pequeña
sé de sus ojos oscuros
aunque permanecen ocultos
entre pulsos de corriente
e instrucciones coordinadas
sé de la forma de su cuerpo
aunque al momento es un enigma
cifrado por un algoritmo
de clave secreta
sé que es joven y atrevida
que no le teme a la lluvia ni al cansancio
aunque le teme al amor
me busca y me conversa
sé de su único amor
sé de la distancia y de los gritos
de los celos y el adiós
conozco sus tormentos
sé de su voz grave
la que lee mis escritos
y les imparte una nueva vida
con su tono de sirena
conozco su silencio,
la penumbra en la que me busca
el cuarto y la herramienta
con la que me cuenta sus misterios
deseo su caricia,
su beso sobre mi frente
el descanso de mi cabeza
sobre su pecho
busco sus manos
las que imagino de dedos suaves
buscando mi pelo
en círculos sobre mis sienes
la busco entre los mil aparatos
que nos separan a diario,
entre las cajas negras
del nuevo mundo de Breners-Lee
la sueño sonriente
algo así como una estatua de mármol
como escultura medieval
condenada a un castillo
la veo en mis visiones
viste ropas simples,
huele a secreto
y a exotismo
le canto en legua mutua
y mi fusil de árboles
le cuenta del mar
que tal vez nunca ha visto
le cuento mis secretos
le lloro mis lamentos
y ella a cambio me brinda
la paz de su garganta
la espero en este momento
leyendo sobre su lengua y acentos
extrañándole inexplicablemente
mientras le escribo