lunes, 15 de junio de 2009

olor

Tuve que sacar la mano por la ventana del carro y conducir con una mano las restantes dos horas de camino, por que el olor no me dejaba respirar. Aún con la mano seca sentía ese fuerte olor, una mezcla del olor de los Doritos con olor a sexo entre mis dedos medio y anular. En la boca sentía un fuerte y vivo sabor a mariposas.

Y es que esa tarde, sobre la hierba, la encontré. Llovía, con mucho sol, y yo buscaba refugio en un árbol. Allí estaba, maquillada y disfrazada de suelo,  la diosa del engaño.  No era que su piel fuera de musgo y toda ella humedad, ni que sus ojos tuvieran el color del suelo mojado por el rocío, ni que las mariposas le cubrieran el vientre, era que al verla no hubo tiempo y pararon las gotas. De pronto me vi rodeado de ruidos de tambor como los que se le dedican a los santos, y ella danzó como si otro dios furioso le poseyera el cuerpo. Me rodeó, húmeda y vegetal, verde y sudorosa.  Me arrojó al suelo y se tumbó a mi lado, y dirigió mi mano izquierda sobre todo el musgo que le cubría la piel. Sus ojos gigantes me atravesaban el cuerpo que temblaba de sorpresa. Me hizo comerme una mariposa. Jamás imaginé que las mariposas saben a algodón de azúcar, a nube de lluvia. Comulgué de las mariposas de su cuerpo y de su humedad de musgo y suelo, y cesaron los tambores y volvieron a caer las gotas, fuertemente. De pronto en mis dedos sentí la espesa savia de un árbol, dorada y pegajosa. Fue entonces cuando desapareció, dejándome estas cicatrices, la mano y su olor, y las mariposas en la boca.

Me lavé las manos varias veces. Jabones diversos, lejía, cloro, creolina, aceites, todo, y el olor persistía. Ya no podía soportarlo, y de momento me pasó por la cabeza cortarme los dedos. Con un cuchillo afilado y sin pensar me piqué ambos dedos. Sólo me dio tiempo para abrir un hueco en la tierra del patio y enterrarlos muy profundo. El resto es borroso, dicen que me encontraron dentro de la casa, en un charco de sangre y casi muerto. Al no encontrar los dedos, me quedó la mano lista para un concierto de rock.

Sólo hasta hoy me doy cuenta de los árboles, y de su fuerte olor. Escucho tambores, se acerca una tormenta.

no title

cuántos rostros tienes
diosa de los engaños,
maquillada, disfrazada
y yo solo un actor más
en la farsa

cuántos maridos tienes
diosa de los engaños
que te visitan cuando yo
cierro la puerta de tu templo

cuántos libros de anatomía
describirán tu piel
bruja de los pecados

cuando me olvide de tu nombre
solo serás un punto
en una sopa de oraciones