jueves, 27 de abril de 2006

Aprendizaje

Tú me enseñaste a ser eterno

a desconfiar del clero.

Que los atardeceres son altares en los que un dios se postra y muere


Tú me enseñaste que el cuerpo es una antena,

y que el alma es una señal,

y que el universo es el medio sin tiempo en donde todos nos propagamos


Tú me mostraste el camino del retorno,

el del ciclo,

aquél del viaje a la semilla


Tú me enseñaste que el amor es simiente y luz,

que crece y se esparce a través de de la materia

con la fuerza de billones de partículas aceleradas,

y que no tiene límites de vidas o muertes,

por que es el combustible de las almas inmortales


Tú me enseñaste que hacer el amor

es más que dos cuerpos sudados sobre una cama,

que es mucho más que deseo y placer,

y que no se necesita un cuerpo para amar,

solo alma para ser uno,

una canción, una armonía universal

consonante e interminable


Tú me enseñaste que la sencillez siempre vence la extravagancia,

que el mundo es más allá de lo que mis ojos pueden ver,

que los idiomas no son límites

si no puertas a un mar infinito de nuevas ideas,

que la sangre roja que fluye es bella,

que las proteínas son los bloques

que construyen la vida misma,

que la vida habita en cada cosa,

viva, muerta,

eucariota o procariota, virus, polen, bacteria, primate.


Tú me enseñaste a dibujar un sol en cualquier hoja de papel,

a construir castillos en el aire,

a vivir para preguntar,

a odiar al vecino de arriba,

a aspirar de la lisura de la flor de la canela,

a amar a Yolanda,

a saber que los desafinados también tienen corazón

y que la vida es como un segundo de un gran acontecimiento.


Tú me enseñaste sobre los miles de microorganismos que habitan en mí,

que soy un sistema,

un universo de cosas pequeñas y maravillosas

que sin mí no serían nada


Tú me dejaste ver los Andes,

me enseñaste a sentirme vivo y falto de aire entre el frío y nubes,

a atravesar la selva para poder encontrar un pedacito de mar escondido entre el verde de la mata gruesa


Tú me agarraste del suelo cuando caí tan bajo,

y supiste ayudarme a levantar

y nunca me dejaste solo cuando todo se vació

y los amigos se fueron


Tú me enseñaste a valorar mis raíces,

a defender mis ideales a miles de millas de mi tierra


Tú tomaste mi mundo de 100 x 35 y lo convertiste una infinidad de cosas bellas