lunes, 16 de mayo de 2011

Mariela


Mariela, tus ojos son la calma
de una laguna, donde quisiera
echarme a flotar, mirando el cielo

tu risa tiene dotes de centella,
de rabo de estrella, cola de asteroide,
de piedra que se enciende al cruzar la noche

Mariela, tus pecas, son pequeños pedazos
de deseo que se riegan por tu piel,
minúsculas pizcas de azúcar
que deseo consumir

tu boca es esa fruta tan jugosa,
tan fresca en un día de sol,
un oasis de sabor que desconozco
pero imagino

tu cuerpo es una gran interrogante,
y yo un Quijote, con su Rocinante
presto a recorrerlo, lanza en mano

tu pecho es mi delirio de niño,
en la trastienda donde te escondías,
y yo escogía dulces, que luego regalaba

Mariela, el deseo no se acaba,
el tiempo es solo un juego
y yo te espero, aunque no desees mi abrazo

aunque la cama no sea el nido que me compartes,
aunque sea otra nariz la que busque el olor
de tus redondos senos

y espero paciente que venzas tus miedos,
que te liberes de la cadena
que el pasado dejó en tu cerebro,
de esa marca que te atormenta
y me deja sediento de ti
y a ti, atada a algo que no tiene futuro