miércoles, 19 de mayo de 2010

ganas

tengo ganas de tener ganas
de que se terminen las opciones
y sean más fáciles las decisiones

y a la vez tengo ganas
de tomar un camino
de esos, que se abren como
las líneas de la palma de la mano
y ver dónde me lleva

de caminar hasta que
me duelan los piés
de viajar por diez horas
y acabar en otra tierra

de vivir en otra lengua,
con otras ropas,
y hasta de practicar una religión
a ver si eso cambia la monotonía

de poner toda mi confianza
en otros desconocidos,
por que los conocidos
han violado las confianzas

es más, tengo ganas
de jugar al detective,
de ser payaso de circo,
de enredarme con una contorsionista

ganas de dejar de escribir
de noche y a escondidas,
de cambiar los paradigmas,
de una vez por todas decir
o tal vez decidir
que quiero ser cuando sea grande

miércoles, 12 de mayo de 2010

el último guineo

el último guineo es
un paria

se quedó en el plato
junto a los restos
del ombligo
de sus hermanos más bellos

al comienzo de los tiempos
era sólo uno más
en un racimo brilloso
y amarillo

tal vez, de todos
era el más pequeño,
con alguna mancha marrón

y aquellos, los más gordos,
y amarillos, fueron consumidos
por la gente

tal vez él era
el más dulce,
pero ahora jamás lo sabremos

yace sobre el plato,
rancio, manchado,
con pocos parchos de amarillo,
olvidado por los desayunos,
los panqueques, las crepas
triste y decaído

el último guineo
tiene linaje caribeño,
a sus antepasados
los explotó el norte,
los convirtieron en botín de guerra,
en instaladores de gobiernos de derecha,
en motivos para celebrar en Cuba

el último guineo se cansó
de morir en un plato,
y se convirtió en vector
de enfermedades,
en un asesino con chaleco de dinamita
presto a causar indigestión
al que se atreva consumirlo

sobre el silencio y otros ruidos

en las tardes,
cuando el silencio
aparenta cubrir
el monte, y la bahía
comienza el sacrificio
de un dios,
espero los otros ruidos
que imagino procreas,
y la lluvia llega
en concierto estereofónico,
disipando los ruidos
del silencio

poetisa

mi poetisa favorita
viste de verde,
se enrreda curiosa
entre las ramas
de la carretera
y obstruye los caminos
que recorro

mi poetisa favorita
inunda mi casa
canta en una mezcla de frecuencias
que me calma,
cambia de intensidad
pero no cesa,
y me humedece,
todas las tardes

mi poetisa favorita
tiñe de anaranjado
el suelo,
hace vasijas,
causa resbalones
y accidentes de tránsito,
es dueña de los montes
del oeste que habito

mi poetisa favorita
es una amante desnuda
roja en las tardes
se deja consumir
por el mar
y en las mañanas
sale de su boca
y destierra el sueño

sobre las ventanas

puedo escribir una ventana

puedo dar los dolorosos detalles
arquitectónicos, ingenieriles,
y legales sobre lo que es
una ventana

puedo insistir en dar
la definición del diccionario,
o las descripciones de
la enciclopedia

pero prefiero escribir una ventana

y no escribir en ella,
sino decir que además
de ser una apertura
en una pared
que permite el paso del aire,
de la luz, y del sonido,
(o su encierro),
que son lugares
en donde cuelgan poetas,
y cantan enamorados

que las mías son a veces
las madres de la cárcel
de mi depresión,
que las cierro cuando
no puedo controlar
mi ansiedad,
cuando me agobia la náusea,
los escalofríos y los dolores,
y que las cierro hasta
que no puedan pasar las hormigas
y que las cubro para
que no pase el sol

pero también puedo escribir
las ventanas felices,
las que dejan pasar la luz,
el olor a lluvia y verde,
las que me llenan de sol,
por las cuales veo florecer
el árbol del vecino

hay venanas aburridas
cuadradas y sin gracia
algunas de esas sólo son windows

hay ventanas de iglesia
llenas de imágenes,
y algunas de contradicciones

pero también hay ventanas
en el techo, que dejan pasar el sol
al mediodía con fuerza

a veces sueño ventanas
que cruzo desnudo,
fractales imposibles
que dan cada vez
a nuevos cuartos

y a veces sueño cuartos
sin ventanas,
salas de tortura
para terroristas

muchas veces
roban mi atención las puertas;
pero siempre puedo
escribir una ventana

del sufrimiento

Exsiste el sufrimiento
y yo sé la causa
conozco el camino
que lo extingue

sé de aquellos iluminados
que predicaron sobre la causa
y sobre su extinción

he buscado la visión,
la intención, las palabras,
he tratado la acción,
el esfuerzo, la concentración,
he intentado pensar
y vivir correctamente

la causa del sufrimiento
es el deseo,
y es tan dulce,
tan placentero,
que busco sufrir

y aunque sepa el camino,
estoy destinado, por mi condición,
a una cadena infinita
de reencarnaciones