Yo no tengo derecho
a irrumpir en tu vida
soy un intruso
y nada más
Un polizón que se mete
entre tus pechos olorosos
que te critica las palabras,
la forma en que te conduces
Yo no tengo derecho
a darte recomendaciones
yo mismo a veces no soy capaz
de hacer lo correcto
y no es que quiera cambiarte
o que sea diferente
porque estoy consciente de que no puedo
hacerte una marioneta
yo solo soy una piedra en el río,
un puente de madera
una vela en el viento
para llegar más lejos
y no puedo influenciar
tu pensamiento aunque quisiera
solo puedo ser un intruso
alguien que no debió regresar
un punto que a lo lejos
canta y sonríe,
distante, como el pasado,
como cosa de otro siglo
de cuando eras otra niña
de cuando experimentábamos
un comemierda más
de los que cruzan por las calles
pero este presente pesado y difícil
me atrae inexplicable
y aunque quiero la normalidad
no me normalizo
y no debo decirte que hacer,
cómo tratarme
sé que debo mantenerme a la sombra,
oculto entre tus deseos
y prometo ser invisible
y no tocarte
pero me vencen los deseos
y te tomo la mano
y aunque no tengo derecho
por mi condición de intruso
te halo la mano con dulzura
y camino.
Un cosmoespacio, en la astropista, lleno de grafiti sideral.
Copyright (c) Pedro J. Rivera Torres.
Todos los derechos reservados/All rights reserved, 2021.
www.pedrojuanrivera.com
jueves, 7 de marzo de 2013
experimentos
A veces sueño con lo que nunca tendré
con eventos que no tienen
probabilidad de ocurrir
y diseño experimentos en mi cabeza,
cajas negras de mi imaginación
en donde juego con las entradas y salidas
y me creo dios omnipotente
y empiezo a manipular el tiempo
y el espacio para conformarlo en lo que no fue
es entonces cuando me doy cuenta,
que no hay factorial que pueda controlar
todo cuando me cruza la cabeza
que no hay estadística,
modelo o experimento
que me deje saber lo que pasará
pero sigo soñando con lo que no tendré
aunque no me conformo
con los pequeños pedazos de tiempo
y vuelvo a la mesa, tomo la computadora
y empiezo a diseñar sobre mis ideas
a simular eventos
e imagino eventos aleatorios
que pudieron haber ocurrido
el siglo pasado en un lugar del oeste
y recorro calles, bares y tarimas,
buscando unos ojos en la distancia
pero no los encuentro en el recuerdo
es entonces cuando intento controlar
todas las variables del sistema
pero me doy contra una pared
y es en ese momento en que maldigo
la ciencia y la ingeniería, con ganas
de salir corriendo
y quisiera haber creado el tiempo y los segundos,
poder manipular el espacio y lo que lo habita
pero no puedo
y me doy cuenta entonces
que esto que tengo es mi única ancla,
mi triste dulce realidad
y me quejo, pero sonrío,
porque estas manos, esta lucha
no es solo mía,
es una lucha nuestra
es nuestro experimento
son nuestros momentos
y ese dolor, esas sonrisas,
todas esas variables no tan aleatorias
nos pertenecen
y es entonces cuando tengo certeza
de que si hubiese cambiado las ecuaciones
los resultados no serían nuestros
con eventos que no tienen
probabilidad de ocurrir
y diseño experimentos en mi cabeza,
cajas negras de mi imaginación
en donde juego con las entradas y salidas
y me creo dios omnipotente
y empiezo a manipular el tiempo
y el espacio para conformarlo en lo que no fue
es entonces cuando me doy cuenta,
que no hay factorial que pueda controlar
todo cuando me cruza la cabeza
que no hay estadística,
modelo o experimento
que me deje saber lo que pasará
pero sigo soñando con lo que no tendré
aunque no me conformo
con los pequeños pedazos de tiempo
y vuelvo a la mesa, tomo la computadora
y empiezo a diseñar sobre mis ideas
a simular eventos
e imagino eventos aleatorios
que pudieron haber ocurrido
el siglo pasado en un lugar del oeste
y recorro calles, bares y tarimas,
buscando unos ojos en la distancia
pero no los encuentro en el recuerdo
es entonces cuando intento controlar
todas las variables del sistema
pero me doy contra una pared
y es en ese momento en que maldigo
la ciencia y la ingeniería, con ganas
de salir corriendo
y quisiera haber creado el tiempo y los segundos,
poder manipular el espacio y lo que lo habita
pero no puedo
y me doy cuenta entonces
que esto que tengo es mi única ancla,
mi triste dulce realidad
y me quejo, pero sonrío,
porque estas manos, esta lucha
no es solo mía,
es una lucha nuestra
es nuestro experimento
son nuestros momentos
y ese dolor, esas sonrisas,
todas esas variables no tan aleatorias
nos pertenecen
y es entonces cuando tengo certeza
de que si hubiese cambiado las ecuaciones
los resultados no serían nuestros
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