miércoles, 18 de febrero de 2009

La payasa

Las crónicas de Bueyger, episodio número tres: Mis aventuras con la Payasa.

En mis años de mozuelo
le daba duro al alcohol
y a los Merit con mentol
don Q, agua de coco y hielo
una vez tiré el anzuelo
una noche en Aguadilla
y lo agarró una chiquilla
de traje muy colorido
y su nombre y apellido
eran Payasa Polilla


Era más fea que un insulto
a mediodía en Viernes Santo
tenía la cara de espanto
y el cuerpo en forma de bulto
y aunque yo soy un adulto
se echó mi mente a volar
pues yo tenía que tachar
de mi lista de locuras
con el disfraz y pintura
con Polilla un polvo echar


Reina de la cuerda floja
malabares y acrobacia
de chistes malos sin gracia
con una peluca roja
del tamaño de una pioja
y de apariencia sencilla
no era muy guapa Polilla
y siempre que me llamaba
lo único que me exitaba
era que me hacía cosquillas


La llamaba al celular
al salir de un cumpleaños
y mis fetiches extraños
la ponían a gozar
mas tengo que confesar
que es hija de Trompetilla
y aunque ella no está que estilla
si se pone el uniforme
yo quedo más que conforme
con la Payasa Polilla

Décimas del chillo

Ésta fue otra de las sugerencias del Buey. Sin más preámbulos...

Allá en la universidad
en una barra chiquita
yo conocí una doñita
de la alta sociedad
era de mediana edad
y en la izquierda un buen anillo
y me dijo: "esto es sencillo;
el viejo trabaja hoy
y necesitada estoy
de los servicios de un chillo"


Y yo jóven estudiante
dinero falta me hacía
mientras la doña seguía
con su rapeo incesante
era de porte galante
aunque le huía al cepillo
metí la mano al bolsillo
y sentí un vacío cabrón
y me tiré la misión
de convertirme en su chillo


Ella era mayagüezana
yo estudiaba biología
me rajé de ingeniería
hacía un año y dos semanas
la doña, republicana
vivía en tremendo castillo
deslumbrado por el brillo
dije: "¡qué suerte la mía,
me saqué la lotería
con este papel de chillo!"


La doñita era una fiera
y al verme cara de manso
no me dió un solo dencanso
por saciar su bellaquera
mientras buscaba trinchera
se oyó el ruido de un pestillo
y yo agarré el calzoncillo
vi al viejo que disparaba
y corriendo se acababa
mi aventura como chillo

Título de propiedad

Soy tuyo en las tardes de humedad y olor a tierra
en las tres horas de encierro,
aire acondicionado y besos,

a pesar de las cuentas por pagar,
las pólizas de seguros,
el niño que sale a las cinco y treinta

soy tuyo en los escapes que rompen lo cotidiano,
en el navegar a ciegas, en los desayunos,
en todo lo espontáneo

entre la tesis, la ansiedad y la neurosis,
en cada artículo científico
que nada tiene que ver contigo

te pertenecen mis pulsos e impulsos
mis rizos y hechizos,
cada recuerdo de pasado e inocencia

estás entre el socialismo y la metafísica,
en el arroz que se está quemando por no prestar atención,
en la apresurada última copa de vino blanco

yo soy el sonido de uñas sobre teclas,
sobre cuerdas, dedos entre lápices,
las rimas intencionales en los versos, y las aleatorias

tu eres lo místico y lo inesperado,
once años de historia y compañía
y el deseo de lo nuevo entre lo cotidiano

soy tuyo siempre que no piense en algo más,
si no hay selva, café, ruinas milenarias,
exigencias, encierros, asfixias y espíritus encadenados

soy tuyo en los ronquidos pesados y cacofónicos
en lo repetido y lo aburrido
y en especial en lo monocromático

y ya ves, más cuando no me tocas las orejas,
cuando te vas y te alejas
por que entonce me faltas, y soy tuyo