viernes, 11 de junio de 2021

tanta oscuridad

es todo oscuridad

nada hace sentido,

es dar dos pasos

y no saber donde voy


nada es suficiente,

y ese dolor

que ya no me abandona


da igual abrir o cerrar los ojos,

no hay diferencia entre una cosa y otra


no hay sueño, y si aparece,

no hay descanso,

febril en esta cama

donde sólo se dar vueltas

 

y ese dolor, no cesa,

no me deja en paz

 

y yo, que de por si

padezco del terrible mal

de no saber decir las cosas,

tengo menos piezas

para armar sentido

 

y solo quiero librarme

de las culpas, de la impotencia,

de la insoportable oscuridad 

que me pesa tanto


hasta lo más amado

me deja sabor a poco

y si me llega algún destello

se esfuma, y me sumerjo

en esa nada interminable


quiero dehilarme,

deshacerme,

desconstruir esta

despreciable afonía,

este enloquecedor silencio


esta pequeña prisión

a la que llegué 

tan tarde en esta vida,

en la que cada vez veo 

más grises en la cabeza,

más soledad

 

luego de tanta noche

llena de ruidos,

esta inmovilidad,

donde hasta la luz

huye de mi

 


11-6-2021

Hace 25 años la vi.

 

No era rubia,

ni tenía azules los ojos,

ni era blanca,

no era ni sirena.


Pero tenía una voz

de esas que cuando canta

te tiemblan las rodillas.

 

Un pelo tan noche,

que me dormí en su hombro

mil veces, en muchas travesías.


Una ternura e inocencia,

que sólo querías abrazarla,

cubrirla de abrazos.

 

Y en sus ojos grandes

me sentí protegido,

y por primera, y tal vez

única vez, me sentí amado.

 

Aún me quedaban dioses

en esos tiempos,

y consulté el oráculo.

 

Pero nunca leí 

la consigna a su entrada,

nunca me conocí a mi mismo.

 

El olor de su cabeza

siempre me embriagó,

y los movimentos de su cuerpo

al cantar siempre me hipnotizaron.

 

Y en ella encontré mis ganas

de ser mejor, porque nunca tuve norte.

 

Pero no pude percibir su vulnerabilidad,

sus alas rotas, su esencia frágil

que ocultó siempre entre un manto

de nobleza, rectitud y fuerza.

 

Tuve no solo que enfrentarme a mis demonios,

sino que tuve que torear los de ella.

 

Me pidió cosas que nunca fui capaz de cumplir,

porque hay crímenes que una vez que se cometen,

no se pueden borrar ni ocultar.

 

Nunca pude ver sus ganas de dirigir, 

aunque pareciera que se dejaba seguir 

por la corriente.

 

Nunca vi el espectro de su madre

flotando en su interior,

porque no lo conocía.

 

Yo solo vi nobleza,

amor inocente.

Y cuando se fue, le di alas,

aunque quise correr con ella.

 

Pero no podía, porque aún 

no había descubierto

mi vocación, mi norte,

 

Y en buscarlo,

le pedi que fuera mi ancla,

en el cuerpo de agua

oscuro que me rodeaba.

 

Porque prefería estar anclado

que divagando en un mar conocido

 

Hubo días que la soñé lejana,

hubo otros que la soñé conmigo, 

aunque siempre la soñé despierto.

 

Una noche

me rompí en pedazos.

 

Era tanto el dolor y la indolencia

que quise desaparecer,

rodeado de casi muertos

y cuando no pude más, 

la vi, con sus ojos grandes, 

y la noche en el pelo,

recogiendo los pedazos

de entre los pasillos de un hospital


Me sanó el cuerpo,

me dio vida,

me levantó al tercer día.


Pero uno no vuelve

de los infiernos

con la misma piel.

Porque cuando te cosen las piezas,

nada queda donde estaba.

 

Y cuando volví, era otro, 

aún sin ser hombre,

aún sin ser lo que quería que fuese.


Y tuve que aprender

a ser persona, 

a navegar el mundo,

a plantearme nuevas metas.

 

Y cuando vuelves de entre los muertos,

ya no eres persona, sino un ser

que habita entre dos reinos.

 

Yo siempre quise ser

como ella cuando fuera grande,

y lo primero que hice

fue tratar de hacerme 

unas alas como las que ella tenía

 

Como sabía

que no me crecerían,

agarré todo cuanto tuve a la mano

y comencé a pegar plumas

con cera

 

Pero mi sol vio mis alas,

y me preguntó que para qué servían,

que volar siempre tenía un precio,

que no era solo yo quien habría de pagarlo,

y me sentí desencantado.

 

Y como mis alas no nacían de mi espalda,

como mis alas eran alas rústicas,

feas, alas de tercera, alas de casa de empeño

no volamos igual.

 

¡Cuánto hubiera querido

que a pesar de eso,

voláramos juntos!

 

Pero acabé volando a su sombra,

buscando repetir patrones,

replicar rutas,

y así, no se vuela.

 

A pesar de eso,

una noche de verano,

me lo entregó todo.

 

Desde mi cuerpo agarró un hilo 

y con cautela tejió

por meses, con paciencia,

y llegó mayo y me arropó

con el más hermoso de los mantos.


Y yo me cubrí la vida,

que desde ese momento nunca

fue la misma.


Luché,

he luchado,

seguiré buscando

ingeniarme cómo acercarme

a su altura,


porque ella vuela como

los aviones, 

a kilómetros de altura,


pero yo no sueño con seguirle el paso

ni el vuelo,

solo sueño con mirar al lado

y verla volando


sin que juzgue mis inventos,

sin que sea mi madre,

sin criticar mis creaciones, o mis decisiones,


y aunque esta historia es más larga

no quiero levantar el polvo

para estornudar


ahora solo quisiera

el derecho a ser parte

de la misma bandada,

porque hay nuevos horizontes,

porque ahora otros vuelan también.

 

Y sólo sería injusto forzales a seguir

la ruta recorrida;

hay que darles la posibilidad

de que se hagan de alas.





cuarto oscuro

No sé si alguna vez

te has levantado a media noche

en un lugar que no conoces.


No logras dar con el interruptor

y todo está negro.

Chocas con todo, y tratas de moverte

entre tinieblas, dando tumbos.


El problema no es para mi

dar tumbos en la oscuridad,

los he dado antes,

es que no consigo regresar al cuarto.


Y esta casa parece ser

enorme, porque sigo caminando

sin poder volver al principio.