cuando sonríes, trigueña,
hay dos infinitos negros
y coordinados, separados
por un estrecho por el que cruza
el fluido liviano que te hace vivir
cae una lluvia indomable,
que emana desde un solo punto
y progresivamente se dispersa
a medida que se aleja
cayendo sobre tus hombros
y de tu anatomía
las primeras vértebras
que distinguen centro de pensamiento
están derechas, y les rodea
una piel suave y delicada
cuando sonríes, trigueña
y tus labios escudan tu lengua,
miras fijo, y haces temblar
a un ritmo certero y musical
mis rodillas
puede venir el viento,
cargado de sal y arena
y desatar la furia
de tu lluvia oscura
y rizada
pero no logra que tu cintura
cambie el balance delicado
de tu cuerpo, con centro de masa
en tus caderas anchas,
mujer reloj de arena
y si juntas los labios
como para dar un beso
no cierras tus oscuros infinitos,
no cambias sus presencias penetrantes
que me atraviesan
Cuando sonríes, trigueña
la patria canta al ritmo de tu alegría