como en todos estos días
siento que el amor
es un mercado,
un producto de consumo,
de mucho valor de intercambio
y poco valor de uso
como en todos estos días
siento que la vida
se me escapa,
que el alma ya no aguanta
tanto golpe bajo
pues es que en estos días
me visita un viajero,
que ya ha estado conmigo
y todo lo que sabe
es de recuerdos marchitos
de burlas, de traiciones,
promesas incumplidas,
de dolores de pecho,
y ganas de enterrarme
y como ya es costumbre
hablo con las paredes
porque nadie me escucha
hago vibrar mis cuerdas
pero están todas mudas
y sobre el pentagrama
una métrica rara,
que le faltan las notas
y es que estos días son
como una marcha fúnebre,
y lento me derrito
cuando me quedo solo
puede salir la luna,
o estar fría la noche,
y sólo veo el vacío
tan negro y tan profundo
que me seduce un poco
con ganas de abrazarlo
me lanzo hacia su fondo
buscando lo que queda
de lo que me hablas tanto
camino por la casa
y me arranco pedazos
como un rompecabezas
los riego por el suelo
sin ceremonia alguna
solo me quedan trazos
de lo que ayer serías
pero saben a nada
a la nada tan sola
a la nada tan triste
me saben al olvido,
al segundo lugar
a tu llanto y tu rabia
que no son para mi
me saben a derrota,
al pasado tan viejo
pero tan relevante,
a bombas, radiación,
a viajes que se extienden
me saben a la mañana
aquella donde desperté
desnudo sin saber
que pasaba
no soy mas que un fantasma
una ilusión redonda,
la cabeza que canta
el sexo que se exhibe
no soy más que
un buen juego
de una niña lejana
pero me queda claro
que no soy
su juguete predilecto
soy más como
una curiosidad,
un experimento
una manera
de almacenar deseo
para luego dejarlo ir
en otro cuerpo
una compañía prostituida,
la base de una estructura
tan frágil como el hielo
soy la ilusión,
el líquido que sale
de entre sus piernas
que se seca y desaparece
aquí, viejo y sentado,
ancho y usado,
casi muerto
un tiesto lleno
de promesas huecas
que nunca se cumplen
y ni una sola de esas lágrimas
recorren ese rostro
pensando en mi sufrir
todas se evaporan
y llegan a otro cuarto
soy el perro que
todos patean
y que aguanta
todos los golpes
ese perro triste
de la calle,
lleno de llagas,
cicatrices viejas
de las pulgas
del inmovilismo,
de la sarna
del desdén
de vez en cuando
me deja un hueso
con carne que se pudre
y yo comulgo,
y recito el viejo mantra
del deseo y el sufrimiento
pero esa carne podrida
corroe mis entrañas
que se acalambran
se retuercen de dolor,
se inflaman de putrefacta flatulencia
y cada día muero un poco
e infinitesimalmente
me vuelvo más llaga que perro
marchito y olvidado,
por no ser más importante
que aquél por el que tanto lloras
hasta que ladro y muerdo
y por fin, me disparas.