martes, 15 de enero de 2008

primero del año

Hoy dejé de escribir la gran obra;
se ven mejor las páginas en blanco
llenas de posibilidades, enigmas,
presagios de color, abstractos.

Dejé de sentarme a la mesa a escribir
pues descubrí que seguiré igual
las mismas rutinas, historias y certezas

Mañana abriré las ventanas
de mi casa antes a oscuras,
me quitaré la ropa, para dejar
que el viento me arrope,
que se enrrede entre los espacios
de las moléculas de mi cuerpo,

ya mis dedos no estarán entumecidos,
dejaré mi predilección por los amores imposibles
a los que le escribo poemas monotemáticos y trillados

tendré adicción a las escaleras, los trenes vacíos,
a las carreteras solitarias en la noche
a los coquíes, las lunas llenas,
las noches lluviosas que huelen a polvo

sonámbulo, sin los sueños recurrentes
de dientes,
edificios sin empañetar,
museos, puentes
caídas en precipicios infinitos
mausoleos, lápidas,
fiestas patronales con filas eternas
con mi condición incurable
de algo parecido a ser estúpido,
la que no escogí de profesión,
la de poeta aficionado

este año se pinta como uno
de muchos copos de nieve
en este Caribe lento,
y en cambio de temporada
lluvia de palabras esdrújulas,
contrapuntos y contracantos para el consuelo.