En algún momento me bastó saber
que existías,
pensarte en silencio, entre lo cotidiano
Imaginarte como en aquellos días,
entre sonriente y perdida,
nostálgica y redonda
Hubo un tiempo en el que fuiste un invento,
un fantasma,
la evolución de un recuerdo
Y llegó el momento en el que
decidí tomar las armas del valor para llamarte
sin esperar sólo un eco
Y no sé si me sirvió de nada
despertar los sentimientos,
los inventos y los cuentos sin acabar,
porque no acaba tu risa
Y en lo profundo de esta alma que no tengo,
hay un latido que casi desaparece
que cada vez se hace menos presente
En algún momento me bastó el recuerdo de tu boca,
de tus dientes separados,
tu pelo oscuro
Desear intensamente lo que no tuve,
recrearte vacía e inventada
sobre mi músculo
Pero ya me sobran los inventos,
y los recuerdos de niño curioso
brotan de mis poros con verdes hojas
Y quiero los sacrificios,
la carne, la sangre,
la comunión de los cuerpos
Tu vientre como un altar,
mis manos repiten signos
místicos sobre tu cuerpo
Y es que el silencio no basta,
no alimenta, sólo siembra deseo.