domingo, 29 de enero de 2006

Sobre la ciudad y tu cuerpo

Del régimen de tu ausencia me declaro disidente

grito revolucionario que se niega a que le faltes

estruendo ensordecedor como trueno en la montaña

eco de lengua extranjera que su libertad reclama


De tu ombligo como oasis en tu cobrizo desierto

a los bordes de tus pechos borrachos de madrugada

me declaro hijo del sol soberano entre los dioses

emperador de tus labios que florecen en mi boca


A la lluvia y la ciudad sumergida en la neblina

canto de fina garúa de algún Septiembre infinito

a la callejuela oscura intransitable de piedra

me declaro sometido como mi nativo ancestro


A tus gemidos agudos que con ritmo acompasado

irrumpieran en mi tímpano cual cántico sempiterno

me acostumbré en una noche de llovizna interminable

cuando escuché desde adentro los clamores de tu alma

Me conformo

Me conformo con tus sobras como animal de la casa

con migajas de tu cuerpo que algunas veces me entregas

y la miseria y el hambre de nuestro amor compartido

en el que yo soy el perro que contempla su opulencia

como derrocha el amor que le entregas cada noche

y entre sábanas de seda te ignora el cuerpo desnudo

mientras al pie de la cama yo los observo en silencio

abrazo mi propio cuerpo tirado sobre una alfombra

maldigo la cobardía e impotencia que me colman

y sueño con las miradas que me das en ocasiones


Me conformo con saber que en algún rincón lejano

de esa tu alma que un día me pertenecía toda

guardas tal vez un recuerdo de una vieja callejuela

que a veces al desnudarte sientes mi aliento en tu cuello

y sientes mis manos frías que se abrazan a tus pechos

Ya me abrazo a la esperanza, o tal vez sea al recuerdo

por que este futuro incierto es como neblina densa

ya no tendré callejuelas llenas de flores y hiedra

ya no habrán días de lluvia en los que sienta tu peso

sobre mi cuerpo rendido que se pierde entre tu cuerpo