viernes, 24 de octubre de 2008

¿queda?

¿Quedan versos en tu cuerpo,
o te los mataron los años de
andar de puntillas?

¿Puedes aún leer esas realidades
escritas sobre tu piel y sus pecas
y transmutarlas en cuento, o con
el miedo se tatuaron en una lengua
que ahora no comprendes?

¿Será que te conozco, o tal vez
pienso que te conozco y te conocí,
y necesito la máquina de darle
para atrás al tiempo para encontrarte,
para ver, escritos en hilo de plata
de tus vísceras, tus versos
en un vegigante?

breve

Ayer, luego de tu
transmutación en calabaza,
junto a tus zapatillas quebradas
parí un verso,
y te abrí;

saque de tu interior
la pulpa y las semillas
y corté una ventana
en tu elípitico cuerpo,
allí vertí palabras
y una placenta en rima,
esperando alimentes
el árbol del poema
que me sembraste un martes,
de madrugada a oscuras,
y consumí tu pulpa,
como hostia del deseo,
y guardé tus semillas
en un papel mojado
esperando la luna
para sembrarte honda

Más que el mar

Eres más que el mar,
delta de río, cauce,
caudal del Amazonas,
cada tributario

eres cordilleras subterráneas
corales danzantes,
erizos inmóviles,
ojos de alga

reflejo del cielo,
profundo misterio,
eres la bioluminiscencia
y a veces cada ciencia

y yo solo soy
una tromba marina
llenando tu calma
de violencia ciclónica

y te arrojo con fuerza
al cielo ennegrecido,
y riego tu cuerpo
por entre las nubes

que en algún otro momento
habrán de acariciarte
con un millón de dedos fríos
sobre tu piel en calma