después de un beso largo se cocina una danza
y entre cada latido hay un espacio, un salto
ahi es cuando la piel callada se levanta
como si fuera teclas en un piano infinito
y allí entre cada tono de piel nace una peca
las yemas de los dedos y un aliento caliente
sobre el cuello una serie de vellos que se alzan
una nariz, y pecas, como frutas maduras
dos manos, una lengua, pecas que se degustan
único y florecido camino de los poros
y entre tantos caminos dos manos que te exploran,
sobre las teclas pecas, notas volando al aire
continuidad eterna de mil notas agudas
y de repente manos, espalda descubierta
con mil pecas que brillan sobre luz amarilla
y por cada pedazo de piel canta una peca
una espalda tan larga, continua, casi eterna
y luego son cintura, la piel y las caderas
y manos que las ciñen, las aprietan, moldean
y con paso de hormiga la marcha del deseo
y comienza un olor a pecas sobre un cuerpo
que se cocina lento, y en sus jugos se cuece
y de pronto son nalgas y pecas en silencio
brillantes, silenciosas, saturadas de cuentos
con manos temblorosas que exprimen sus secretos
y luego un sexo que es más que la vida misma
el origen del mundo, el principio del tiempo
y lo bañan mil pecas, y el vino de la espera
y de momento piernas como unas largas notas
con pecas semifusas, redondas y corcheas
sonando en pentagrama, el de mis dedos toscos
y acaban siendo dedos de dos pies pequeñitos
y como todo es siempre parte de un solo ciclo
vuelve a la boca un beso tan largo e infinito