Te pensé flotando
en el medio de la
nada;
en una negra
soledad
sin orillas.
quise lanzarte
un salvavidas,
ser tu faro,
darte rumbo
no importa cual
fuera,
pues hace mucho
que no vas por
mis caminos
te pensé llorando,
y cada lágrima
tenía
exilio, quiebras,
dolores, muerte
cerebral
cristales de sal
en el desierto,
fronteras
y al horizonte,
un muro
y me puse una
túnica
y empuñé la tea,
pero no me seguiste
y juro por los
dioses
que no tenía
bolsillos
para llevarme
nada,
que lo único que
tenía
eran duros
recuerdos,
viejas fotos
y con tanto
alambre de púas
levantaste una
cerca,
como la de esa
frontera polvorienta
y sigo
preguntándome
de que te habrán
servido
las cercas, las
cajas,
los cerrojos y
candados
si siempre se te
escapa
un poco de rojo,
una gota de
sudor,
un gemido de
antaño
de casi tres
lustros
haciendo cábalas
con mi nombre de
piedra,
con mi nombre de
profeta
de esconderte en
la noche
para robar un
clon
del pasado,
y usarlo de
juguete
si fui juguete en
un presente,
si creciste y me
dejaste en un cajón,
con el polvo y la
telaraña
no sé porqué
siempre
hay guerra fría,
y siempre soy los
soviéticos
y vuelven los
refugios,
los chalecos
antibalas,
los sistemas antimisiles
y ya yo no estoy
para guerras
ni frías, ni
calientes,
me falla la
mente,
y hay plata en
todas partes
y siempre termino
herido,
maltrecho,
escupido,
abandonado,
esperando
a que pasen cien
años,
para tener
respuestas,
para recibir una
migaja.
Mientras sigo
esperándola.
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