ella fue mi primer
y único amor,
la inocencia de dos niños
que se descubren
siempre tuvo esas ganas
de ser la pitonisa,
la sacerdotisa mayor,
de portar el caduceo
y cuando esta tierra
se le hizo pequeña
me dejó y se fue
a perseguir sueños
yo fui su único amor
y ni los sueños,
ni las noches sobrenaturales
me la arrebataron
en ella sembré
mis sueños de niño,
mis ganas de ser viejo
y tener canas
y primero fue aprendiza
para memorizar conjuros,
y escribió grimorios
con su sangre fresca
y cuando por fin se hizo
hechicera, lanzó un conjuro
y mis semillas
se sembraron en su tierra
y el conjuro echó alas
y se hizo duende,
se volvió cupido
del frío y la nieve
y yo la seguí amando
entre mis depresiones
y puso melodía y ritmo
a todas mis canciones
y aún sigue siendo
mi primer amor
mi encantadora
y yo su serpiente verde
a veces cambia de forma
a veces canta ronquidos
a veces no está y me deja
a solas con mis voces
y a veces no entiende
que yo soy el viento,
que soy libre y que
no entiendo de hechizos
pero a veces respira
profundo y comprende
y me deja escribir
cuentos de fantasía
y sigue siendo mi primer amor
que nunca me abandona,
y mi piel aún tiembla
cuando la beso
y hay noches que la despierto
febril y arrebatado,
y le arrebato el aliento
y la lleno de sorpresas
a veces enseña
a veces dirige,
casi siempre risueña,
con la vista perdida
y yo la sigo amando
como aquél día
que me arrebató el libro
sin pedir permiso
aunque mis manos
toquen cuerdas,
y mis cuerdas canten historias
ella sabe que regreso
y siempre será mi muelle
mi ancla en el peregrinar
mi compañera de juegos
y mi mejor crítica,
y yo no dejaré de ser
su único amor,
aunque el amor de ayer
no sea el mismo que el de hoy
tal vez porque es maduro,
porque soy otro hombre
con otras creencias
porque ella sabe otros hechizos
y sigue siendo mi primer
y único verdadero amor
porque todos los amores
tienen que medirse frente a ella
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