Yo también soy una isla,
todo un borde infinito de costa quemada
por el sol de esta ciudad
de dos montes pequeños
y uno grande y deforestado
que fluyen con exceso
de azúcar y fármacos
sobrepoblado, habitado
en más de setenta y ocho partes,
venas por carreteras
del pasado, presente y futuro,
pasiones huracanadas
en el rompecabezas que flota
entre dos cuerpos de agua
de cabezas en las aceras,
en un trópico de asfalto
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