¿Quedan versos en tu cuerpo,
o te los mataron los años de
andar de puntillas?
¿Puedes aún leer esas realidades
escritas sobre tu piel y sus pecas
y transmutarlas en cuento, o con
el miedo se tatuaron en una lengua
que ahora no comprendes?
¿Será que te conozco, o tal vez
pienso que te conozco y te conocí,
y necesito la máquina de darle
para atrás al tiempo para encontrarte,
para ver, escritos en hilo de plata
de tus vísceras, tus versos
en un vegigante?
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