Si la felicidad está en un paraíso
ha de ser un paraíso perdido,
uno de gentes sin rostro y
piel de madera
debe ser uno de tormentas en los montes,
de arroyos que crecen y toman fuerza,
y forman un río violento y marrón
de un látigo que es la suma de los arroyos
sin dudas es uno ausente de profesionales del robo,
sin aquellos que se alimentan de la miseria,
la ignorancia, el dolor, los de la guerra del olvido,
de pieles color dinero, pesados, como si fueran de oro
uno donde el olvido es memoria,
las balas, palabras, donde todos los días
son primero de enero, por que el tiempo
es uno donde el tiempo no se cuenta
un paraíso de colores, rojos de sangre,
azules de cielo, verdes de montaña,
negros de café, marrones de tabaco,
y blancos, como el papel donde se escribe
la nueva historia de la felicidad
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