Pídeme ser las olas de un maremoto,
una tormenta purificadora,
que se lleve todo lo que nos detiene
pídeme ser el viento, no una brisa leve,
sino una ventisca que se meta entre tus espacios,
que te atraviese mientras extiendes los brazos
pídeme ser el vino del olvido,
el de la depresión y las diez de la mañana,
el que acaba trayendo más recuerdos y resaca
pídeme ser tu amante secreto de las mañanas,
el de los estacionamientos, los caminos de flamboyanes,
el de los besos largos que te dejan arrítmica y sin aliento
pídeme semillas
y me encargaré de sembrarlas en ti
pacientemente
pídeme una tarde en un viñedo chileno,
una mañana en Rio, un medio día en el Cusco,
y te daré todo el continente
pídeme la sangre, pídeme el hígado,
las córneas, un riñón,
y me entregaré a la muerte de ser necesario
pídeme seguridad, estabilidad, pídeme proveer,
pídeme sentirte amada, protegida, feliz, mimada,
pídeme el comienzo, el olvido de los fracasos del pasado
pídeme que me vaya contigo a Pennsilvania,
a Transilvania o a cualquier otra vaina,
y me pondré el corazón de mudanza
pero no me pidas que te olvide,
por que me va a doler
y no estoy preparado para sufrirte
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