Alguna vez vi en tus ojos
y vi mas que blanco y negro
tal vez una esperanza,
un brillo de ilusión
Alguna vez me vi en tus ojos claros
y vi más que negro, más que rojo
vi el mar reflejarse
vi hojas, verdes y brillantes,
vi ríos que se desbordan en el mar,
montes, senderos que se bifurcan
casi infinitamente,
vi manos seguidas por sonrisas,
y no manos vacías,
Alguna vez vi en tus ojos
y no vi un demonio seductor de ojos claros
no vi el dolor visceral y canceroso
ni el sangrar negro y putrefacto
ni las manos frías,
jamás pude ver la lujuria
y mucho menos la mentira
y la soledad que se siente
en un sótano frío, sintiendo pasar
cada segundo doloroso y relativista
que se dobla y retrasa con el sol,
esa soledad que te envuelve
y te hace viajar a la semilla
tirarte al suelo en posición fetal
sentir tus órganos desintegrarse,
cada base, molécula, átomo, y enlace
de tu código genético, del hilo que teje
tu alma, sentirlo desenhebrarse,
lenta y dolorosamente.
Alguna vez miré esos ojos
y me vi, desnudo y sin máscara,
en un mar de tres colores y lunares,
alguna vez fijé los míos
y penetré más allá de esos
pequeños resquicios coloridos
más allá de mi reflejo
y pude ver una niña de cabellos rizados,
sonriente sobre un monte,
sentada bajo un árbol, viendo un atardecer
que habría un día de primavera ser
promesa de un amor,
un atardecer que se volvió deseo,
añoranza, cuento y mito
Alguna vez vi tus ojos
danzantes sobre un océano de lágrimas
hichados, rojos, adoloridos,
bellos ojos del dolor,
llenos de tristeza hermosa
y al beberme su agua tan salada
les besé con el beso del jamás
y se cerraron
cuando te diste la vuelta para
salir de mi vida
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