Tengo que confesar
que no tengo miedo
de provocarte
que no eres ese arquetipo
tan lúgubre, o tan perversa
como pensé
me seduce la idea
de tu abrazo
pero la moral
me hace débil,
y reformulo lo pensado
Ciertamente sería
más fácil dejarme ir
por los golpes de tu tambor
y no me siento cobarde,
no siento culpa por pensarlo
solo quisiera evitar
lo grotesco,
como un favor al futuro
Y es así como contemplo
en silencio algo que
nunca me hubiera pasado
por la mente
tal vez un baile
en espiral,
algo que me haga
verte en muchos colores
o algo fugaz,
una súbita consumación,
veloz, como un astro
que se mueve sobre el espacio
vibrando con rápidas ondas gravitacionales
aunque me suena mejor
ver a Lucía en el cielo
con sus diamantes,
pero sin regreso
Y pienso en todas
las formas posibles
de invocarte
aunque me apena
abandonar ciertos duendes
si contigo huyo
y esa pena es lo único
que me hace reconsiderar
esta fuga al desenlace
huir, esa palabra,
tan corta y seductora,
tan cadera, tan escotada
tan sigilosa que empieza
con una letra muda
ah, los duendes,
tan espejo de mis locuras,
como quisiera a veces
no herirles
pero tus ojos tan
profundamente negros
y vacíos me hacen olvidarles
puedo escucharte
como la voz del anestesista,
diciéndome: "Vas a sentir
que te vas..."
tan pacíficamente profunda
y hueca, tan comienzo
y final de los tiempos
tan espacio,
todo el espacio y a la vez,
la singularidad, el punto único
que lo detiene todo
esa fuerza que puede
hacer que todo se detenga
contigo olvido el futuro
y sus repercusiones,
las ceremonias y rituales
posteriores
olvido la necesidad
de preservación de mis ideas,
mis deseos más profundos
y casi puedo sentirte
dejando sin oxígeno mi sangre,
deteniendo mi corazón,
ósculo de olvido
atraviésame, abrásame,
llévame a donde se detienen los átomos,
a donde ya no hay ruido,
amo la idea de ti,
sin pensar el las repercusiones
posteriores, sabiendo
el carácter irrevocable
de la transubstanciación
he perdido el espanto,
creo que puedo recibirte
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