en mi santuario
está el incienso,
las velas,
y el ruido del viento
a veces pasa la luz,
y yo trato de cubrirla
con la cortina,
pero el viento la deja pasar
el silencio de mi barrio
y sus olores,
la voz que cuando tomo
un libro me lee
están la guitarra y el charango,
el bajo y la computadora,
la mezcladora y los libros
que sirven para crear
en mi santuario están mis libretas
y el abanico que a veces
me desespera
y no me deja concentrarme
el cemento aún frío,
cenizas en el suelo,
carne descongelándose,
ideas que a veces gritan
salgo corriendo a parirlas
antes de que lleguen los huracanes,
antes de que deje de ser
un altar de mis locuras
ocasionalmente me atacan canciones,
y poemas se me instalan en las neuronas,
y exigen que inmediatamente
deje de "ser productivo"
en mi santuario están
mis depresiones,
mis lágrimas, todos mis silencios
de negra y redonda
algunas veces me tiro al suelo
estiro las piernas,
oigo música de guitarra,
o me pongo patas arriba
a veces cierro los ojos,
y respiro el olor a vainilla y humo,
pero casi siempre,
salgo corriendo al sol para no acostumbrarme
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