No me regales el beso que de tu boca ansío,
déjalo añejar,
déjalo tomar carácter, cuerpo,
forma en tu caderamen,
llénalo de olor, el de tu pelo,
el de tu vientre cálido,
llénalo de sonrisas, de misterio
y del brillo de tus ojos mansos
Y en una tarde, en tu pueblo dormido,
suéltalo con el viento de la noche
con olor a sombras, a cánticos nocturnos,
y que se traiga el café de tu mañana
y el aroma a perfume de tu pecho
suéltalo con el viento que te toque
que se pasee por tu cuerpo esbelto
y que acaricie tu piel morena hermosa
para que vuelva así, caliente, envuelto
en todo lo que aspiras y respiras
desde tu caminar, hasta tu aliento
No me regales el beso que de tu boca ansío
sólo déjalo ir, que yo lo espero
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