abrirme las venas, sentir la sangre caliente y lenta,
desangrarme despacio, el mareo y la pesadez,
el rojo abrazo de la sangre brillante y caliente
despellejarme, con un puñal fino,
remover cada centímetro de la piel,
todas y cada una de sus capas
arrancarme los ojos que miraron los tuyos,
que te vieron los pechos, que examinaron tu piel
arrojarlos en el monte y quedarme a oscuras
destrozarme el tímpano, tirar de las orejas
hasta que el cartílago se desprenda,
para jamás escuchar un sonido
con las manos arrancarme las cuerdas vocales,
por que no quiero entonar otra canción
que no sea la del olvido
romperme cada hueso de las manos,
martillar, destruir cada articulación,
y no tener que acariciar una sola cuerda jamás
más que nada poner las puntas en ácido
para quemarme las huellas digitales,
para no sentir tu cuerpo entre mis manos
cada glándula que produce sudor,
reemplazarlas por bolsas con agua,
algo sin olor ni color
apretarme el cuello fuertemente
hasta perder el aliento,
hasta el cansancio
tomar este corazón entre mis manos,
y de un apretón hacerlo detenerse
y hacer trizas sus ventrículos
para olvidarte, solo la muerte... y hoy la espero
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