sábado, 23 de agosto de 2008

a mi hija

Al sur de mi cuerpo
prepararé cuidadosamente
la mitad de tu carne

te sembraré con deseo,
saldrás disparada con la más hermosa fuerza,
habitarás otro cuerpo y te extrañaré

tendrás el arte de la multiplicidad,
y de una serás dos, de dos, cuatro, y de cuatro, millones,
millones míos, millones de ella

vendrás de un río de dolor y sangre,
de lágrimas y risas,
vendrás con fuerza y te amaré

tendrás su nariz,
su boca, mis rizos,
mis manos, mis notas,
su risa y mis ojos

me sentaré cada noche
a cantarte hasta el sueño,
dormirás vigilada
por Beethoven y Bach

Seré tu confidente,
tu cómplice,
tu verdugo,
la causa y raíz de todas tus neuras,
tus filias y fobias,
el tirano del cual te rebelarás algún día,
buscarás mis manos y mi voz
en los que pretendan besarte

seré tu aliento, tu compañero de juegos,
tu maestro, tu fanático número uno,
tu pareja de baile, tu entrenador

y un día te veré partir
del nido al que regresarás
varias veces al año,
cuando decidas hacerte mujer
y enfrentarte al mundo

y me sentaré en mi sillón en el balcón
cada tarde a ver tus fotos,
a extrañar tus pasos tambaleantes,
tus dibujos en crayones y témpera

y un día me taerás las semillas de tu árbol,
y te veré con orgullo a los ojos,
mi mitad mejor, mi pedazo de sol,

y al partir te diré que te amé sin saberte
el día en que te vi cubierta
de sangre y de vernix caseosa
y me iré feliz

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