miércoles, 20 de agosto de 2008

epílogo

Fue como perder la virginidad,
pero sabiendo exactamente dónde,
cómo, en que momento y con cuánta fuerza

fue como si me sacaran toda la sangre,
y me pusieran la tuya

fue tener que desaprender,
deshacerme de todas las cosas tontas,
y darme cuenta que amar no es un pecado

fue como si te conociera, familiar,
cercano, un hogar, como mi almohada,
como un guante, como las teclas de mi computador,
que no las tengo que mirar para saber lo que digito

fue como esperar cuando niño por el regalo de navidad,
chocolate en momentos de anisedad,
como ver una tarde caer, o un amanecer

fue un aguacero fuerte sobre mi piel desnuda,
un terremoto intenso sobre cuerpo,
la primera nieve del invierno

fueron tres lustros que pasaron por mis ojos,
catorce años que me marcaron de saliva la piel,
siete millones de minutos que me sacudieron las entrañas
y billones de semillas expulsadas con fuerza desde mi cuerpo
hasta el tuyo, en un grito desafinado que contuve por tanto tiempo
y que surgió, primal, salvaje y hermoso

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