No es una máscara
pero me la puse hace años;
un pedazo de piel
que te arranqué una tarde,
cosida con tu pelo,
curada con el mar del sur,
pintada con el olor de tu cuello,
una máscara de recuerdo
no es un espejo
pero me miro y veo mis ojos pequeños,
mi propia lengua,
mi lentitud,
veo mi despiste y mi coraje,
veo mi juventud
que dejé al suroeste
y se sembró en tu recuerdo
No es un collar
son mis dos manos
cicatrizadas y rugosas
que me aprietan débilmente,
deteniendo el aire y la sangre,
buscando olvidar tu dulce saliva,
tu piel rosada, tu pelo corto,
que aprietan como aprieta la espera,
que marean como lo hace tu recuerdo,
haciéndome olvidarte por un microsegundo
liberación, dharma, fin del sufrimiento
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