Mis manos
de caminante
las más callosas y toscas
las de la sal de las playas
las recubiertas de marcas
de la arena del camino,
de los montes y la lluvia
de la sal del mar de Vigo,
de los cielos y la costa
nunca perdieron su tono
amarillo, blanco y rojo
se congelaron un día
entre la nieve tan fría
mis manos
las de amante
las de caricia febril
sobre tu piel hechizante
como una lluvia de abril
las que estrechan tu cintura
el preludio de tu anchura
que te recorren los ojos
que son estrella, y abrojo
se te entierran en el pecho
entre sábana y el lecho
se vuelven eco en tu espalda
y en la sierra de tus nalgas
mis manos
las del artista
las de notas de guitarra
las que acarician la cuerda
para que jamás se pierda
las que aguantan el cincel
sobre el mármol de tu piel
las del misterio canción
con raíz en tu emoción
las que te escriben poemas
las del eterno dilema
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