Hay una mujer que hace tiempo
me encerró en su universo
de palabras nuevas
de lenguas antiguas y creadas,
de espíritus que necesitan ser salvados,
y me enseñó que mi mundo tiene
múltiples dimensiones, tiempos y espacios
Hay una mujer que supo retroceder
el movimiento de los átomos,
que para siempre desbalanceó
mi compás interno con
el peso de sus caderas
y que al amarme estas
apretaron tanto el interior de su sexo
que me exprimió el jugo vital
del que están hechas las cosas
y me esparcí por su vientre
químicamente infértil
para ser absorbidas por
su espíritu de médium,
condenado a escuchar las almas
de los que no pueden descansar
Hay una mujer que me llora todas las tardes
me extraña todos los días
ama obsesivamente
se contradice al hablar
construye palabras nuevas
adquirió mi acento y mis palabras
me odia por no quedarme a su lado
me quiere olvidar por que no es posible
cuando camina sobre piedras me recuerda
no puede escuchar ciertas canciones
vive en un conflicto contradictorio
entre su moral y su pasión
no deja de pensar en mi
tiene en su piel grabada
la forma de mis labios resecos
y en sus nalgas la forma de mis dedos toscos
y en sus ojos tristes los míos que complementan
que sueña con dividir su carne con la mía,
sufre por mi estupidez, mi necedad,
y cuando me vea una tarde de verano
me dirá, hijo de puta, que duro es amarte,
que bueno verte, que bueno verte
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